Julio 2006, Número 1

Los Bunkers: Los viejos tiempos no volverán
(o de cómo una banda perdió a una fan)
Por Susana Cofré

Me acuerdo del invierno del ‘99 cuando eran pasadas las 9 de la noche, y en el programa “La caverna” de la Rock&Pop el mítico Gabriel Polgatti anunciaba “El Detenido”, la primera canción de una banda de 5 jóvenes penquistas autodenominados, Los Bunkers. Era el tiempo en el yo ya había decidido que mi música favorita provenía de la isla británica, pero – oh! contradicción – odiaba el Brit Pop. Y fue justo cuando aparecieron estos músicos provincianos de hablar rapidito, y que compartían mi gusto por la música inglesa, pero que iban más allá de la cadencia llorona del pop de los noventa de
esas latitudes. Los Bunkers eran una mirada nostálgica al pop en su mejor época: los sesenta.

The Small Faces, The Zombies, The Shadows, The Kinks, The Byrds, y – como no- The Beatles, sonaban en las cuerdas y en las voces de estos rockeros, que a pulso y esfuerzo le doblaron a mano al centralismo nacional, y en contra de todos los que los tildaban de copiones, inscribieron su nombre en la historia de la música popular chilena.

Hasta aquí la historia va bien: cinco chicos con muchísimo olfato popero, que los llevó a hacer tres discos (Los Bunkers, 2000; Canción de Lejos, 2001; La Culpa, 2003) que cuentan con las canciones más hermosas del rock’n’roll criollo. Pero llegó el año 2005 y los ahora popularísimos Bunkers, lanzaban “Vida de Perros”… aquí comenzaron mis problemas.

En el “Vida de Perros”, Los Bunkers dieron cuenta de su olvido por las melodías nostáligicas en su afán por hacer algo… “original”, y eso, no se los perdono. El formato “canción-linda-de-amor”, de tan repetido, cansa, y el subirle el volumen a las guitarras no siempre es sinónimo de rock’n’roll. Hay aciertos en este disco como “Llueve sobre la ciudad” – ningún sureño con el corazón roto puede quedar indiferente a esa letra -, o “Ahora que no estás”, pero son las excepciones.

Esto no sería una decepción tan grande, si es que no se uniera con otras cosas aun peores. Digo, un disco malo lo puede hacer cualquiera, y el código de ética de cualquier fan tiene en su primer artículo el perdonar un mal LP. El problema es que tanta melodía melancólica exitosa –digna de ser tocada en la Pudahuel – y tanto estribillo – coro – estribillo, se les subió a la cabeza a Los Bunkers. Los cándidos penquistas que venían a conquistar Chile a punta de buenas canciones, se transformaron en unos arrogantes poseros, preocupados más de la chasquilla, de la chaqueta y de la chapita ante las cámaras, que de su arte.

Comenzaron teloneando a Oasis en marzo, cuestión nada de mala en sí misma, el problema fue que ellos mismos empezaron a comportarse como los hermanos Gallagher del Tercer Mundo. Luego siguieron los Premios Altazor, donde un inflado Francisco Durán (guitarra y voz), erigía a Los Bunkers a la calidad de “genios incomprendidos”, al sugerir que todos sus colegas los odiaban. Pero el punto álgido de “popularidad” vino con la portada en la revista “adolescente – cuéntame – tu – rollo” 13/20, en la que unos orgullosos Bunkers aparecen disfrazados a lo Kudai, pero con cara de rockeros intoxicados… todos unos rock stars.

Entonces me encuentro ante una banda que no sólo ha fallado en encontrar las notas precisas para hacer buena música, sino que se comporta como si fueran la mejor banda de todo el “fucking” mundo.

Por mi parte, he comenzado mi despedida de Los Bunkers, de forma muy paulatina, eso sí, porque – como me dijo alguien alguna vez – entre escuchar en la radio reggaeton y escuchar a los del Bío Bío, siempre serán preferibles las guitarras eléctricas, aunque ya no se toquen con nostalgia. Por ahora, seguiré llevando mis chapitas de Los Bunkers “made in Concepción”, todavía con orgullo cerca del corazón, pero con melancolía, porque algo me dice que los viejos tiempos no volverán, como alguna vez me lo prometieron las melodías de Los Bunkers.

Los Bunkers son:

- Álvaro López (voz y guitarra)
- Francisco Durán (voz y guitarra)
- Mauricio Durán (voz y guitarra)
- Gonzalo López (bajo)
- Mauricio Basualto (batería)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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