|
Los Bunkers: Los viejos tiempos
no volverán
(o de cómo una banda perdió a una fan)
Por Susana Cofré
 |
Me
acuerdo del invierno del 99 cuando eran pasadas las 9 de la
noche, y en el programa La caverna de la Rock&Pop
el mítico Gabriel Polgatti anunciaba El Detenido,
la primera canción de una banda de 5 jóvenes penquistas
autodenominados, Los Bunkers. Era el tiempo en el yo ya había
decidido que mi música favorita provenía de la isla
británica, pero oh! contradicción odiaba
el Brit Pop. Y fue justo cuando aparecieron estos músicos provincianos
de hablar rapidito, y que compartían mi gusto por la música
inglesa, pero que iban más allá de la cadencia llorona
del pop de los noventa de
esas latitudes. Los Bunkers eran una mirada nostálgica al pop
en su mejor época: los sesenta.
|
The Small Faces, The Zombies,
The Shadows, The Kinks, The Byrds, y como no- The Beatles, sonaban
en las cuerdas y en las voces de estos rockeros, que a pulso y esfuerzo
le doblaron a mano al centralismo nacional, y en contra de todos los que
los tildaban de copiones, inscribieron su nombre en la historia de la
música popular chilena.
Hasta aquí la historia va bien: cinco
chicos con muchísimo olfato popero, que los llevó a hacer
tres discos (Los Bunkers, 2000; Canción de Lejos, 2001; La Culpa,
2003) que cuentan con las canciones más hermosas del rocknroll
criollo. Pero llegó el año 2005 y los ahora popularísimos
Bunkers, lanzaban Vida de Perros
aquí comenzaron
mis problemas.
En el Vida de Perros, Los Bunkers
dieron cuenta de su olvido por las melodías nostáligicas
en su afán por hacer algo
original, y eso, no
se los perdono. El formato canción-linda-de-amor, de
tan repetido, cansa, y el subirle el volumen a las guitarras no siempre
es sinónimo de rocknroll. Hay aciertos en este disco
como Llueve sobre la ciudad ningún sureño
con el corazón roto puede quedar indiferente a esa letra -, o Ahora
que no estás, pero son las excepciones.
Esto no sería una decepción
tan grande, si es que no se uniera con otras cosas aun peores. Digo, un
disco malo lo puede hacer cualquiera, y el código de ética
de cualquier fan tiene en su primer artículo el perdonar un mal
LP. El problema es que tanta melodía melancólica exitosa
digna de ser tocada en la Pudahuel y tanto estribillo
coro estribillo, se les subió a la cabeza a Los Bunkers.
Los cándidos penquistas que venían a conquistar Chile a
punta de buenas canciones, se transformaron en unos arrogantes poseros,
preocupados más de la chasquilla, de la chaqueta y de la chapita
ante las cámaras, que de su arte.
Comenzaron teloneando a Oasis en marzo, cuestión
nada de mala en sí misma, el problema fue que ellos mismos empezaron
a comportarse como los hermanos Gallagher del Tercer Mundo. Luego siguieron
los Premios Altazor, donde un inflado Francisco Durán (guitarra
y voz), erigía a Los Bunkers a la calidad de genios incomprendidos,
al sugerir que todos sus colegas los odiaban. Pero el punto álgido
de popularidad vino con la portada en la revista adolescente
cuéntame tu rollo 13/20, en la que unos
orgullosos Bunkers aparecen disfrazados a lo Kudai, pero con cara de rockeros
intoxicados
todos unos rock stars.
Entonces me encuentro ante una banda que
no sólo ha fallado en encontrar las notas precisas para hacer buena
música, sino que se comporta como si fueran la mejor banda de todo
el fucking mundo.
Por mi parte, he comenzado mi despedida de
Los Bunkers, de forma muy paulatina, eso sí, porque como
me dijo alguien alguna vez entre escuchar en la radio reggaeton
y escuchar a los del Bío Bío, siempre serán preferibles
las guitarras eléctricas, aunque ya no se toquen con nostalgia.
Por ahora, seguiré llevando mis chapitas de Los Bunkers made
in Concepción, todavía con orgullo cerca del corazón,
pero con melancolía, porque algo me dice que los viejos tiempos
no volverán, como alguna vez me lo prometieron las melodías
de Los Bunkers.
Los Bunkers son:
- Álvaro López (voz y guitarra)
- Francisco Durán (voz y guitarra)
- Mauricio Durán (voz y guitarra)
- Gonzalo López (bajo)
- Mauricio Basualto (batería)
|