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Sobre la escritura y la circunstancia
de una criatura literaria.
Ygdrasil, o la novela de un desquiciado
Danilo Vega
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Nuestra ciencia ficción es una
escena triste de arriba abajo: desde imbéciles que se pasean
con sables de luz comprados en una juguetería, jedis admiradores
de George Lucas, hasta burdos magos, cuasi púberes reservando
inscripciones en una escuela parecida a la de Harry Potter. Parece
que hemos olvidado la misteriosa esencia de este continente tanto
o más místico que los otros. Un grito tan gutural
como hipnotizador es este libro: Ygdrasil, cuyo autor
no ha necesitado del imaginario foráneo para crear esta épica
llena de computadoras y prestidigitadores
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Cuando el diseñador gráfico
Jorge Baradit sintió que tenia una idea incubándose en su
cabeza no opuso resistencia, agarró el teclado y empezó
a escribir el que seria el ultimo mounstro de la ciencia ficción
nacional, Ygdrasil. Andrea Palet, una de las editoras de ediciones
B, encontró que está historia, una cruza entre neochamanismo
chilote, porno hardcore y cyberpunk histérico, era tan outsider,
tan políticamente incorrecta y alejada de toda la tradición
literaria chilena, que su publicación causaría estragos
entre las letras nacionales. No hace falta decir cual fue su determinación
final. Ygdrasil vió la luz a principios de este año
y ya pasado algunos meses desde su publicación la historia no hace
más que seguir dejando sonámbulos a los lectores chilenos.
Es que entre toda la anémica divagación
respecto de las nuevas tramas en la literatura local, luego del asedio
de Bolaño junto con otros exiliados, el desvergonzado exhibicionismo
de los escritores en los cenáculos del poder y los programas de
farándula, Jorge Baradit le hace caso a sus mounstros y logra deleitarnos
con está historia venida del cementerio electrónico. Una
trama llena de cables, downloads astrales, experiencias sexuales con Onas
y mexicanos paseándose por la corteza cerebral de la heroína:
Mariana, una yonqui chilena, génesis de toda una conspiración
divino-terrenal.
Ygdrasil es una novela que traslada
lo más desquiciante y profético de la prosa de Borges a
una escena que viaja desde el desierto de Sonora hasta las fauces mismas
de este universo como conjuración. Sus personajes son tan extraños
y anormales como los desconciertos angélico-demoniacos de los señores
William Blake y el sueco Swedenborg.
Un imbunche Chilote, desnudo, tumoriento,
de miembros siempre goteantes, como líder sindical en una corporación
más oscura que él mismo. Un silencioso Ona que conjura bajo
su taparrabos la sincronización eterna entre mortales y los no
tan mortales. Aunque lejos el más raro de todos ellos es un personaje
que no existe sino como la experiencia de un soldado de la Segunda Guerra
Mundial grabada en la cabeza de Mariana. Y detrás de todos ellos,
Dios, como el gran catatónico, como el gran embustero de esta historia
parida en exactamente 9 meses.
Baradit nos deja con la boca amarga, nos
hace engullir depravaciones humanas, lecturas cerebrales como si fuesen
stripteases maquinales, desnudando hasta el tuétano el sentido
regalado por la tecnología.
Ygdrasil es el nuevo virus encargado a su
autor para comenzar una refundación del género ficción
en Chile. Jorge Baradit parece susurrarnos que no hay nada mejor que la
paranoia como motor creativo en un país lleno de ojos y lenguas
agrias.
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