Julio 2006, Número 1

Sobre la escritura y la circunstancia de una criatura literaria.
“Ygdrasil”, o la novela de un desquiciado
Danilo Vega

 

Nuestra ciencia ficción es una escena triste de arriba abajo: desde imbéciles que se pasean con sables de luz comprados en una juguetería, jedis admiradores de George Lucas, hasta burdos magos, cuasi púberes reservando inscripciones en una escuela parecida a la de Harry Potter. Parece que hemos olvidado la misteriosa esencia de este continente tanto o más místico que los otros. Un grito tan gutural como hipnotizador es este libro: “Ygdrasil”, cuyo autor no ha necesitado del imaginario foráneo para crear esta épica llena de computadoras y prestidigitadores

Cuando el diseñador gráfico Jorge Baradit sintió que tenia una idea incubándose en su cabeza no opuso resistencia, agarró el teclado y empezó a escribir el que seria el ultimo mounstro de la ciencia ficción nacional, “Ygdrasil”. Andrea Palet, una de las editoras de ediciones B, encontró que está historia, una cruza entre neochamanismo chilote, porno hardcore y cyberpunk histérico, era tan outsider, tan políticamente incorrecta y alejada de toda la tradición literaria chilena, que su publicación causaría estragos entre las letras nacionales. No hace falta decir cual fue su determinación final. “Ygdrasil” vió la luz a principios de este año y ya pasado algunos meses desde su publicación la historia no hace más que seguir dejando sonámbulos a los lectores chilenos.

Es que entre toda la anémica divagación respecto de las nuevas tramas en la literatura local, luego del asedio de Bolaño junto con otros exiliados, el desvergonzado exhibicionismo de los escritores en los cenáculos del poder y los programas de farándula, Jorge Baradit le hace caso a sus mounstros y logra deleitarnos con está historia venida del cementerio electrónico. Una trama llena de cables, downloads astrales, experiencias sexuales con Onas y mexicanos paseándose por la corteza cerebral de la heroína: Mariana, una yonqui chilena, génesis de toda una conspiración divino-terrenal.

“Ygdrasil” es una novela que traslada lo más desquiciante y profético de la prosa de Borges a una escena que viaja desde el desierto de Sonora hasta las fauces mismas de este universo como conjuración. Sus personajes son tan extraños y anormales como los desconciertos angélico-demoniacos de los señores William Blake y el sueco Swedenborg.

Un imbunche Chilote, desnudo, tumoriento, de miembros siempre goteantes, como líder sindical en una corporación más oscura que él mismo. Un silencioso Ona que conjura bajo su taparrabos la sincronización eterna entre mortales y los no tan mortales. Aunque lejos el más raro de todos ellos es un personaje que no existe sino como la experiencia de un soldado de la Segunda Guerra Mundial grabada en la cabeza de Mariana. Y detrás de todos ellos, Dios, como el gran catatónico, como el gran embustero de esta historia parida en exactamente 9 meses.

Baradit nos deja con la boca amarga, nos hace engullir depravaciones humanas, lecturas cerebrales como si fuesen stripteases maquinales, desnudando hasta el tuétano el sentido regalado por la tecnología.

Ygdrasil es el nuevo virus encargado a su autor para comenzar una refundación del género ficción en Chile. Jorge Baradit parece susurrarnos que no hay nada mejor que la paranoia como motor creativo en un país lleno de ojos y lenguas agrias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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