Julio 2006, Número 1

Sociedad gallina, el miedo a lo nuevo.

Qué fome es Temuco.

No es fome porque sea lluvioso o frío. No es fome porque no haya dónde ir, que de paso, no es cierto. No es fome porque no haya arte, ni música, ni tradición de ciudad.

En el papel, Temuco debería ser fascinante. (Des)encuentros entre dos culturas, trenes, lluvia, mercado, casas alemanas, universidades, más de un local nocturno, galerías y museos. Para otros, malls, tiendas, discotecas y restoranes. Falta playa, es cierto, pero qué diablos, tenemos cerca volcanes y lagos, una de las zonas más lindas de Chile.

Sin duda, podría ser mucho peor. Cómo, es difícil responder.

Quizá la culpa no es después de todo, de la ciudad-edificio, la ciudad-tren o la ciudad-calle. O la ciudad-lluvia. Pareciera más acertado asignarle la culpa al Temuco-gente, a las caras desganadas y poco amables que habitamos aquí. A nuestra apatía crónica, que nos impide dar vida a una ciudad que tiene tanta materia prima para ser aprovechada.

Tal vez lo peor de Temuco y sus temuquenses es que la apatía pareciera hacernos desconfiar de todo lo que tenga un cariz distinto, y las intentonas artísticas que nos visitan de vez en cuando, parecen llevarnos más fácilmente a la risa que al respeto por lo bello o lo nuevo. Si bien el arte no es per se la ventana abierta hacia la superioridad intelectual - contrario a lo que los engrupidos de siempre creen - el descartar a priori todo lo novedoso y medio "hediondo" a cultura se parece más a caer en la estúpida testarudez de los ignorantes, que a la "casi-cool" postura anti todo.

Un ejemplo del folklor temuquense se vio el 17 de mayo, cuando, para nuestra extrañeza, vino la cantante francesa Pauline Croze a Temuco. Sí, una cantante de moda de Francia, cuando ni siquiera los nacionales Pánico se asomaron por acá en su visita a Chile. Quién es Pauline Croze, pocos lo sabían y lo saben aún. Sólo algunos antecedentes sueltos: cantante, media folk, que "cautivó a los franceses con su estilo". Eso fue lo que se difundió en los medios. Con estos antecedentes, podrían haber dos posibilidades: la primera, asistir al poco común evento para salir de la curiosidad. La segunda era simplemente no asistir, y no es difícil suponer que fue esta última la adoptada por los temuquenses.

El Aula Magna de la Universidad Católica de Temuco ostentaba un vacío bochornoso. Incluso los que sí asistieron, se limitaron a sentarse y mirar desconfiados el sencillo y bello espectáculo de la cantante, que algo intrigada intentaba animar al apático público.

Resultado: un show que seguramente quedará en la mente de la cantante como uno de los más curiosos, por decirlo así, que le ha tocado dar. Sólo un episodio más en su vida. Pero para Temuco, una pérdida más. Dudo que los organizadores queden con ganas de intentar algo más, de reiterar la experiencia. También se sienta un precedente, que seguramente serña poco seguido por otros productores.

Es nuestra pérdida, pero queda la pregunta de si a alguien realmente le interesa.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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